El mundo que se viene
Ante un mundo que se rearma y se fragmenta, Estados Unidos abraza un realismo descarnado que revitaliza viejas doctrinas y margina al multilateralismo. El resultado es un 2026 donde la fuerza vuelve a dictar las reglas.
¿Qué pasa en el mundo cuando no estamos atentos? Somos una organización independiente que genera contenido, análisis y formación en política internacional.
Ante un mundo que se rearma y se fragmenta, Estados Unidos abraza un realismo descarnado que revitaliza viejas doctrinas y margina al multilateralismo. El resultado es un 2026 donde la fuerza vuelve a dictar las reglas.
Mientras Occidente interpreta la debilidad como derrota, Rusia la transforma en táctica. Entre sanciones, aislamiento y guerra, Moscú redefine el concepto de poder.
En Nueva York, la ONU promete reformarse; en Nepal, una generación entera aprende a derribar gobiernos; en Israel, la seguridad sirve de excusa para atacar a Qatar; y en Estados Unidos, las balas sustituyeron, una vez más, a las palabras.
La organización internacional por excelencia enfrenta el reto de cerrar la brecha entre discursos solemnes y prácticas que contradicen sus principios fundacionales.
Pasarela de poder, una presidenta que esquiva al narco y un argentino rumbo a las urnas con más escándalos que reservas: la política despliega, una vez más, su show de símbolos, tensiones y promesas.
En el 80° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, China convierte la memoria histórica en un escenario de poder. Entre desfiles militares y alianzas estratégicas, Pekín busca enviar un mensaje directo a Occidente: su liderazgo en el nuevo orden mundial es ineludible.
La violencia es, una vez más, la triste protagonista de nuestro Newsletter. Esta semana, mientras algunos periodistas se agolpan en los Tribunales de la Ciudad de Nueva York para conocer de primera mano las peligrosas declaraciones de «El Mayo» Zambada, otros lo hacen alrededor de las ruinas que dejan los bombardeos rusos en Kiev. No corrieron con la misma suerte los periodistas asesinados en el bombardeo al hospital Nasser, en Gaza. En este caso, somos los defensores de la prensa libre quienes nos reunimos alrededor de ellos para denunciar tamaño crimen contra la humanidad.
La cumbre Trump–Putin en Alaska y el posterior encuentro en la Casa Blanca con líderes europeos mostró que la diplomacia ya no se juega en dos niveles, sino en múltiples tableros constantemente.
Entre barcos que “luchan contra la droga” pero anclan donde más conviene, cumbres que prometen paz mientras acumulan pólvora y sanciones que golpean más fuerte que la justicia que dicen defender, Washington despliega su show global: diplomacia a la carta, soberanía selectiva y una fe inquebrantable… en su propio poder.
La historia aguarda, y el curso de los acontecimientos marcará si el madatario estadounidense merece realmente el Nobel de la Paz o si, finalmente, se convierte en la version moderna (y naranja) de la «Paz para nuestro tiempo» de Neville Chamberlain.
La Unión Europea pretende tener su propio asiento en la mesa, pero en la reunión entre Donald Trump y Vladimir Putin, apenas consigue una llamada telefónica. Entre débiles promesas de paz y el riesgo de que la cumbre se convierta en show personal, la seguridad de un continente entero pende de la diplomacia improvisada y los gestos calculados de dos líderes que rara vez consultan el reglamento.
Trump y Putin se preparan para un té íntimo en Alaska, donde Ucrania será el elefante invisible de la sala. Netanyahu, mientras tanto, afila su plan para “proteger” Gaza ocupándola por completo, como si la historia no hubiera dejado lecciones. Y Bukele, en El Salvador, reescribe la Constitución como quien cambia el fondo de pantalla: a gusto, sin pudor y con pretensiones de eternidad.
Cuando la situación se complica, alguien asume el control. En política no hay lugar para vacíos de poder. Pero no existe un solo modelo de liderazgo: hay estilos que reflejan personalidades, visiones enfrentadas y formas distintas de ejercer la autoridad.
En febrero de 2022, Vladimir Putin convocó a su Consejo de Seguridad con el fin de preguntar a sus miembros si apoyaban la decisión de reconocer la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk. En fila, cada uno de los consejeros dio su opinión y concluyó por dar visto bueno a la posición oficial. Lo curioso de esta reunión fue la intervención del Jefe de Inteligencia Exterior, Serguei Naryshkin.
Desde el GATT de 1947 hasta el auge del BRICS+, el comercio internacional pasó de un multilateralismo liderado por Occidente a un escenario en disputa, donde nuevas potencias impulsan reformas para una gobernanza que consideran más equitativa en medio de tensiones geopolíticas y desafíos sistémicos.
Las diferencias en Occidente sobre cómo continuar apoyando a Ucrania se hacen cada vez más evidentes. Mientras Francia y el Reino Unido presionan para desplegar tropas en el terreno, Alemania mantiene una postura prudente, aunque avanza en el apoyo militar a Kiev como respuesta a las amenazas de Estados Unidos. Esta parálisis es aprovechada por Moscú, que intensifica su ofensiva mientras juega con la paz.