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DIPLORAMA 51

“Si lo que Estados Unidos quiere es una guerra, ya sea una guerra arancelaria, una guerra comercial o cualquier otro tipo de guerra, estamos listos para luchar hasta el final”

Embajada de China en Estados Unidos

Edición N° 51

«Luz, cámara y acción», tal vez las palabras favoritas de Donald Trump, además claro de «aranceles». Luego de la emboscada que sufrió el presidente Zelensky en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el mundo espera atento el próximo movimiento de Donald Trump respecto a la guerra en Ucrania, ¿entre ellos? La Unión Europea, la cual tarde o temprano, deberá prepararse para enfrentar los desafíos por si sola. En otro frente, el presidente norteamericano mantuvo una conversación con la presidente de México, Claudia Sheinbaum, ¿de qué hablaron? Medidas arancelarias.

Mientras tanto, China celebra la apertura de la sesión inaugural de la Asamblea Popular Nacional. En medio de tensiones por la política arancelaria que está promoviendo la administración de Donald Trump sobre productos chinos, Beijing deja en claro que se prepara para un mundo más competitivo, y cada vez más hostil.

¿Otros temas esta semana? Ah si… aranceles, aranceles y aranceles.


La guerra comercial de los dos días

Iker Escobar León

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Ilustación | Chelo

Si alguien ha podido aplacar al Minotauro anaranjado, parece haber sido México. No es secreto que la entrante administración estadounidense ha desdeñado repetidamente la informalidad migratoria y de seguridad de su vecino sureño. Por tanto, el pasado 4 de marzo, el presidente Trump adelantó aranceles gravados al 25% frente a las importaciones mexicanas y canadienses. Tras ello, los temores e incertidumbres frente al porvenir comercial entre los tricolores norteamericanos no se hicieron esperar. 

En el caso mexicano, la amenaza arancelaria apuntó hacia toda la producción sujeta al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC); así mismo, surgió en demanda de mayores esfuerzos para la regulación del tráfico de drogas y la migración indocumentada hacia los Estados Unidos. Por su parte, el Palacio Nacional respondería con medidas arancelarias y no arancelarias que se darían a conocer el próximo domingo, 9 de marzo, lo que exacerbó el temor a una posible guerra comercial.

Dos días más tarde, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y su homólogo congratularon una pausa de los aranceles. Tras una llamada telefónica, se detuvieron los gravámenes entre la Ciudad de México y Washington D.C., a lo que la presidenta mexicana adelantó que no habría más aranceles con las barras y las estrellas. No obstante, la postura estadounidense declaró retomar los aranceles el próximo 2 de abril. 

Si bien parece que la estrategia mexicana de paciencia y resistencia ante los ataques de la Casa Blanca ha funcionado, ¿qué se puede esperar, aún así? Una respuesta mexicana proporcional hundiría a ambas economías, aunque con mayor fuerza a México. Una actitud pasiva permitiría mayores transgresiones contra el país; el tiempo escasea y las posibilidades se reducen. 

Una solución conveniente podría ser una nueva renegociación para el establecimiento de metas en materia migratoria y de seguridad que satisfagan a las demandas estadounidenses para exentar definitivamente al país latinoamericano de gravámenes comerciales. En lo que respecta a lo comercial, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, iniciará reuniones la semana entrante con el equipo del United States Trade Representative (USTR) para prevenir una nueva imposición arancelaria. El mejor escenario para México, sería lograr un acuerdo de aranceles recíprocos.

¿Será México capaz de renegociar los aranceles estadounidenses o se tratan los aranceles de una mera estrategia rojiazul de debilitamiento diplomático? En lo que se desarrollan el estos eventos, te recomendamos leer: 


Tire y afloje

Valentina Terranova

Ilustración | The New Yorker

Luego de que cualquier tipo de reconciliación entre Estados Unidos y Ucrania se descartase entre gritos y señalamientos en el despacho oval de la Casa Blanca, Trump vuelve a mostrarse conciliador sobre el acuerdo de minerales tras recibir una importante carta de Zelensky. Sin embargo la Unión Europea ya trabaja en un futuro incierto donde se baraja la posibilidad de que Estados Unidos se halle del otro lado del tablero. 

«Aprecio que haya enviado esta carta, la recibí hace poco” reveló Trump frente al congreso tras recibir un comunicado en el que Ucrania afirma estar lista para sentarse a negociar para lograr una paz duradera. Sin embargo a las palabras parece llevárselas el viento, ya que Estados Unidos cortó los suministros de armamento para Ucrania así como también el suministro de información de inteligencia del Pentágono. La primera pregunta que debemos hacernos frente a este panorama es ¿cuánto tiempo puede durar Ucrania en pie sin el apoyo de Washington?

Lo cierto es que depende de la respuesta que pueda dar la defensa de la Unión Europea para compensar la artillería, equipamiento y sistemas de defensa aérea en Ucrania. En este sentido, se celebró en Bruselas una cumbre de emergencia respecto al futuro de Kiev y el continente. La comisión europea busca mostrar unidad, lanzando un Plan para Rearmar Europa que podría utilizar hasta 800.000 millones de euros para el rearme. El cambio de posición de Washington es un asunto político que trasciende al futuro de de Kiev, tal es el caso que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que afirmó en Bruselas que los franceses están «legítimamente preocupados» con el inicio de «una nueva era” y considerara extender su arsenal nuclear a sus aliados.

Mientras y 36 meses después, en territorio ucraniano la contraofensiva continua. En esta guerra de desgaste las victorias son temporales, y a pesar de sus aires de triunfo, el Kremlin no logra el avance esperado frente a un enemigo creativo e inteligente ¿Está la Unión Europea preparada para ocupar el vacío que deja Estados Unidos en Ucrania? ¿Es este el principio de una Europa obligada a reinventarse ante un nuevo orden global?

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El inicio a las “Dos sesiones” en China

Luca Nava

Imagen | AP

El presidente chino Xi Jinping encabezó esta semana la apertura de la sesión inaugural de la Asamblea Popular Nacional, el evento político anual más importante de China que reúne a los principales líderes del país y a miles de gobernantes provinciales para respaldar decisiones ya tomadas por el todopoderoso Partido Comunista Chino (PCC). Se estima que la cumbre dure aproximadamente una semana, en ella se discutirá principalmente las prioridades del gobierno para el próximo año, sumado a las tareas a realizar por cada miembro del partido y funcionarios. El encuentro se da en medio de la guerra comercial desatada por los aranceles impuestos por Donald Trump.

Uno de los anuncios más relevantes fue la meta de crecimiento del PBI, fijada en un 5% para 2025. Con esto, China refleja su necesidad de sostener la expansión económica en un contexto de crisis inmobiliaria y un consumo débil, haciendo énfasis en recuperar la demanda interna. Li Quang, el premier chino, mencionó en su discurso inaugural que “a nivel nacional, la base para la recuperación y el crecimiento económico sostenido de China no es lo suficientemente sólida. La demanda efectiva es débil y el consumo, en particular, es lento”.

Las «Dos sesiones» de este año también estuvieron marcadas por la creciente disputa con Washington. En respuesta a los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump sobre productos tecnológicos chinos, Beijing ha anunciado medidas para fortalecer su sector manufacturero de alta tecnología y reducir su dependencia de insumos estadounidenses. La disputa generó incertidumbre en los mercados y podría afectar el flujo del comercio global, especialmente en sectores estratégicos como los semiconductores y la inteligencia artificial.

Otro aspecto clave del encuentro fue el incremento del 7,2% en el presupuesto de defensa, decisión que China justifica en la necesidad de modernizar su ejército y prepararse ante eventuales conflictos en el Indo-Pacífico. EEUU ya ha expresado preocupación por esta medida, argumentando que podría aumentar las tensiones en la región, especialmente en el estrecho de Taiwán.

Este evento no representa solo una formalidad política, sino que es un reflejo del modelo de gobierno chino y su estrategia global. Con una meta de crecimiento económico del 5%, un mayor gasto en defensa y una postura firme ante EE.UU., Beijing deja claro que se prepara para un mundo más competitivo y posiblemente hostil. Este encuentro anual es, en esencia, un termómetro para medir el poder chino, y el trazado del camino hacia su consolidación como actor clave dentro del sistema internacional.

Te dejamos más información sobre el comienzo de las “Dos sesiones” en China:


Efecto Lavadora

Donald Trump ha declarado que la palabra «arancel» es «la más hermosa del diccionario». Sin embargo, México, Canadá y China, principales afectados por sus medidas comerciales, seguramente no estarían de acuerdo. Y si Trump lo hubiera analizado más a fondo, habría notado que estos impuestos tampoco resultan tan beneficiosos para sus propios ciudadanos. En el diploconcepto de la semana, exploramos el «Efecto Lavadora».

Este término se originó en 2018, cuando Trump impuso aranceles a las lavadoras importadas con el propósito de proteger la industria local. Sin embargo, lejos de impulsar la economía estadounidense, la medida provocó un incremento del 12% en el precio de las lavadoras, según los economistas Aaron Flaaen, Ali Hortaçsu y Felix Tintelnot. Aunque la intención era incentivar la producción nacional y generar más empleos, el resultado fue que los consumidores terminaron pagando más por el mismo producto.

El Efecto Lavadora pone en evidencia una contradicción fundamental en la política arancelaria: si bien busca proteger ciertas industrias, los costos adicionales recaen sobre el consumidor final. Más allá de las lavadoras, este fenómeno se reflejó en otros sectores. En 2018, los aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio encarecieron la producción en la industria automotriz y de electrodomésticos. En energías renovables, los aranceles del 30% a los paneles solares encarecieron su instalación, provocando la pérdida de miles de empleos. Durante la guerra comercial con China, los aranceles a productos electrónicos y textiles obligaron a Apple y Dell a subir precios, impactando a los consumidores con costos más altos en teléfonos, laptops y televisores.

Ante la presión de los sectores afectados y las negociaciones, Trump retiró los aranceles a México y Canadá, pero los mantuvo para China. Si bien el «cañón arancelario» ha sido una de las estrategias de presión favoritas de su administración, la historia ha demostrado que el abuso de esta herramienta puede generar efectos adversos. En lugar de fortalecer la economía, los aranceles terminan elevando el costo de vida para los estadounidenses, precisamente a quienes Trump prometió ayudar aliviando sus bolsillos. 

¿Son los aranceles un escudo protector para la economía o solo un arma de doble filo que termina lastimando a los propios estadounidenses?


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