La competencia global que nadie mira
Por Estanislao Molinas
Mientras el mundo mira a la Inteligencia Artificial, EE. UU. y China libran una competencia más silenciosa: la carrera cuántica. Una tecnología capaz de alterar el cifrado global, las cadenas críticas y el equilibrio del poder digital que sostiene al Sistema Internacional.

Este año, el debate internacional sobre tecnología se volcó casi por completo hacia la inteligencia artificial, mientras una competencia más profunda, menos visible y más estructural avanza en paralelo. La computación cuántica, una tecnología que altera la forma en que se procesa la información y redefine los cimientos físicos del ciberespacio, es hoy un eje clave de la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China.
El Task Force Report No. 83 del Council on Foreign Relations y el análisis de IBM muestran que esta tecnología emergente reconfigura capacidades estatales, vulnerabilidades y dependencias críticas en un Sistema Internacional donde el ciberespacio no es un ámbito separado de la geopolítica clásica sino una extensión del territorio físico estatal y, por lo tanto, un espacio de competencia anclado en lógica material. Este artículo sostiene que la computación cuántica constituye la competencia que la Comunidad Internacional aún no observa con la atención que merece.
Durante este año, la conversación pública mundial sobre tecnología se orientó casi de manera exclusiva hacia la inteligencia artificial. El avance de la IA generativa ocupó titulares, agendas regulatorias, y concentró el interés de gobiernos y empresas. Sin embargo, debajo de ese foco existe otra competencia, menos visible, más silenciosa y profundamente conectada con la infraestructura material del poder.
Es la carrera por la computación cuántica, una tecnología cuya importancia excede el terreno técnico y se despliega en la arquitectura misma del ciberespacio. Para comprender su relevancia desde la perspectiva de las Relaciones Internacionales, es necesario asumir un punto de partida ontológico claro: el ciberespacio no es un ámbito etéreo ni separado de la realidad territorial, sino una dimensión de la actividad humana sostenida físicamente en cables, centros de datos, minerales críticos, satélites y equipamiento que se ubica en territorios estatales concretos.
Por lo tanto, si el territorio físico ha sido históricamente un componente central de la geopolítica, el ciberespacio, en tanto infraestructura material distribuida, también puede ser concebido como un campo legítimo de disputa geopolítica.

Con esta premisa, es posible avanzar hacia un interrogante esencial: ¿qué es la computación cuántica? Según IBM, la computación cuántica es un campo emergente de la informática y la ingeniería que utiliza principios de la mecánica cuántica para resolver problemas que superan la capacidad incluso de los computadores clásicos más avanzados.
Los computadores tradicionales procesan información mediante bits que representan valores discretos de 0 o 1. La computación cuántica opera con qubits, unidades de información que pueden situarse simultáneamente en múltiples estados y correlacionarse entre sí mediante fenómenos como la superposición y el entrelazamiento.
Esto no solo incrementa exponencialmente la capacidad de cálculo, sino que habilita técnicas matemáticas imposibles de replicar en sistemas clásicos. En términos simples, problemas que una supercomputadora resolvería en miles de años pueden ser abordados en minutos por un computador cuántico suficientemente desarrollado.
Desde la perspectiva de las Relaciones Internacionales, este salto tecnológico es relevante porque altera tres elementos centrales: la capacidad estatal, la vulnerabilidad y la interdependencia. La capacidad estatal refiere a los recursos materiales y tecnológicos que permiten a un Estado actuar en el Sistema Internacional. La vulnerabilidad se entiende como la exposición a interrupciones en componentes críticos cuya pérdida afecta la autonomía de decisión o la operatividad del Estado. Por último, la interdependencia implica relaciones de intercambio que generan beneficios mutuos pero también dependencias recíprocas que pueden ser asimétricas.
La computación cuántica impacta directamente en estas tres dimensiones. Aporta nuevas capacidades de simulación molecular, optimización energética y análisis de datos de alta precisión. Modifica las vulnerabilidades relacionadas con el cifrado que protege comunicaciones diplomáticas, redes gubernamentales y transacciones financieras. Y altera la interdependencia al requerir componentes altamente especializados cuya producción está concentrada en pocos países, lo que crea dependencias críticas en materias primas y equipamiento.
El Task Force Report No. 83 del Council on Foreign Relations ofrece un análisis de estas dinámicas. En la sección sobre tecnologías cuánticas, ubicada en las páginas 22 a 28 del documento, el informe sostiene que la competencia tecnológica contemporánea no se limita a la inteligencia artificial y que Estados Unidos enfrenta una serie de vulnerabilidades estructurales en el terreno cuántico.
Estas vulnerabilidades incluyen aquellas sobre la concentración de cadenas de suministro críticas en países de preocupación, la insuficiencia de inversión privada en sectores con horizontes largos de desarrollo y la falta de coordinación institucional para sostener liderazgo en tecnologías fundamentales (Council on Foreign Relations, 2025, p. 22).
La cadena de suministro, concepto fundamental en este análisis, se refiere al conjunto de actores y procesos que permiten producir, transportar y ensamblar componentes esenciales para un producto o tecnología. En el caso de la computación cuántica, la cadena de suministro incluye láseres de precisión, módulos de enfriamiento ultra frío, cristales no lineales, sistemas ópticos especializados y placas de circuito impreso.
El informe del CFR señala que China domina la producción de varios de estos elementos y controla alrededor del 90 por ciento del holmio cobre 2, una aleación esencial para los cryocoolers que permiten alcanzar temperaturas cercanas al cero absoluto en los sistemas cuánticos (Council on Foreign Relations, 2025, p. 26). La dependencia de Estados Unidos de estos insumos crea vulnerabilidades que afectan su margen de maniobra estratégico.
Otro concepto central es la capacidad científica y tecnológica, entendida como el conjunto de conocimientos, infraestructura y recursos humanos disponibles para desarrollar, aplicar y mantener tecnologías complejas. El CFR señala que China ha invertido aproximadamente 15.300 millones de dólares en iniciativas cuánticas y ha construido la red de comunicaciones cuánticas más extensa del mundo, que supera los 10.000 kilómetros y se expande mediante satélites cuánticos que ya conectan a terceros países (Council on Foreign Relations, 2025, pp. 25-26).
Este despliegue no solo incrementa su capacidad tecnológica, sino que fortalece su influencia en regiones del Sur Global, donde la conectividad cuántica sirve como instrumento de vinculación e inserción tecnológica internacional.

La inversión científica no solo se traduce en infraestructura, sino también en formación de recursos humanos. El CFR destaca que el 92 por ciento de las empresas del Quantum Economic Development Consortium en Estados Unidos considera que la demanda de especialistas cuánticos supera ampliamente la oferta actual, lo que constituye una limitación estructural para sostener liderazgo a largo plazo (Council on Foreign Relations, 2025, p. 28). La formación de personal técnico altamente especializado es un proceso lento y costoso, lo que convierte al talento en un recurso estratégico dentro de la competencia tecnológica.
La caracterización del ciberespacio como un ámbito materialmente enraizado permite comprender por qué la computación cuántica es una dimensión de disputa geopolítica. Los computadores cuánticos requieren infraestructura física, minerales críticos, cadenas logísticas y estabilidad territorial.
Los centros de datos, los laboratorios de investigación, los cables de fibra óptica, las cámaras de ultra alto vacío y los sistemas de enfriamiento extremo están situados en espacios bajo jurisdicción estatal. Esto significa que los Estados compiten no solo por algoritmos o talento, sino también por territorio, minerales, logística, latencia y control físico de nodos estratégicos.
En este marco, el rol de la computación cuántica en la seguridad del ciberespacio adquiere un carácter aún más decisivo. Buena parte de la infraestructura de seguridad digital global descansa sobre sistemas de cifrado que dependen de la dificultad matemática para computadoras clásicas.
Una computadora cuántica suficientemente desarrollada podría comprometer estos sistemas al resolver de manera eficiente problemas que la criptografía actual utiliza como fundamento. Esto convierte a la computación cuántica en un potencial punto de inflexión para la seguridad internacional, al afectar la confidencialidad y autenticidad de la información que circula por canales diplomáticos, financieros y militares.

El CFR subraya esta preocupación al recomendar que Estados Unidos acelere el desarrollo de un computador cuántico de utilidad mediante compras del Departamento de Defensa y fortalezca sus cadenas de suministro para semiconductores, químicos, sustratos de circuitos integrados y placas de circuito impreso (Council on Foreign Relations, 2025, p. 27).
También propone expandir el National Defense Stockpile para asegurar minerales esenciales y establecer un Economic Security Center en el Departamento de Comercio para coordinar esfuerzos institucionales (Council on Foreign Relations, 2025, p. 28).
La computación cuántica es, por lo tanto, una competencia que se despliega tanto en el nivel material como en el informacional. Es una disputa por recursos físicos, por talento técnico, por cadenas de suministro estratégicas y por el control de la plataforma informática sobre la cual se estructura el ciberespacio.
Su relevancia no radica únicamente en su capacidad de cálculo, sino en su potencial para redefinir la distribución de capacidades en el Sistema Internacional, en un contexto donde los Estados dependen crecientemente de redes digitales que interactúan con territorios concretos y donde la protección de datos, infraestructuras y comunicaciones está directamente vinculada a la estabilidad nacional.
En definitiva, la computación cuántica se ha convertido en la competencia que nadie mira, pero que probablemente definirá la geopolítica del ciberespacio y la configuración del poder global en las próximas décadas. Es la disputa silenciosa que avanza bajo el ruido discursivo de la inteligencia artificial y que, al estar materialmente enraizada en territorios, minerales críticos y equipamiento estratégico, forma parte inseparable de la geopolítica clásica.
Comprender esta dimensión cuántica es indispensable para interpretar la evolución del Sistema Internacional en un contexto de interdependencias complejas y creciente rivalidad entre grandes potencias.

Estanislao Molinas (Argentina): Estudiante avanzado en Relaciones Internacionales, Universidad Católica de Santa Fe, y columnista en Diplomacia Activa.
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