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Revivir el espíritu de Oslo

Por Lucia Lago Krümmer

Israel ha logrado ingresar militarmente al corazón de Gaza como respuesta a los brutales atentados terroristas que Hamas perpetró el pasado 7 de octubre. El conflicto solo parece escalar, ¿es posible pensar en una solución política?

En los días que siguieron al mayor ataque terrorista a la comunidad judía desde el Holocausto, el gobierno de Israel le declaró la guerra a Hamas y respondió arrojando una lluvia de misiles sobre la Franja de Gaza, que está gobernada por Hamás y se ha transformado en un refugio para los grupos extremistas. Cabe mencionar, que Hamas ganó unas elecciones realizadas en 2007, las mismas fueron desconocidas por Israel, Estados Unidos y la propia Autoridad Nacional Palestina, que gobierna actualmente Cisjordania y tiene reconocimiento internacional. En 16 años no volvieron a celebrarse elecciones y Hamas gobierna basándose en las leyes de la Sharia, una interpretación radical del Islam.

Luego de los atentados, Israel resolvió cortar el suministro de electricidad en la Franja de Gaza, que es a su vez una de las zonas más densamente pobladas del mundo, contando con 2,2 millones de habitantes repartidos en una superficie de tan solo 365 km². Además, el Estado de Israel anunció que, para aniquilar a Hamas, iniciaría una invasión terrestre sobre el enclave palestino. La incursión en curso mantiene en alerta a la comunidad internacional y muchas organizaciones civiles que advierten una posible catástrofe humanitaria.

El Eje de Resistencia, conformado por Irán y varias organizaciones paraestatales controladas por este en Siria, Líbano y Yemen manifestó en un mensaje enviado por el Ministerio de Relaciones exteriores iraní, que se involucraría en el conflicto realizando “ataques preventivos” si el Ejército israelí decidía realizar una invasión terrestre a gran escala a la Franja de Gaza. En caso de darse este escenario, el conflicto entre el Israel y la organización terrorista Hamas se convertiría en una guerra regional y podría desencadenar en una catástrofe humanitaria de proporciones inimaginables tanto para Medio Oriente como para el mundo.

La ocupación israelí cruzó todas las líneas rojas en su agresión contra Gaza, confirmó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Nasser Kanaani.

El 17 de octubre se produjo un ataque al Hospital anglicano Al-Ahli ubicado en Gaza que dejó cientos de muertos. El ministerio de Salud de Gaza controlado por Hamas señaló a Israel como responsable del ataque. Egipto, Jordania, Arabia Saudita y Turquía se han sumado a señalar a Israel como el culpable de este ataque, considerando que “se cruzó una línea para la comunidad árabe frente a los ojos del mundo”. Hezbollah, por su parte, llamó a que el día del ataque se convierta en un día de ira global. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han negado su culpabilidad en el ataque al hospital que dejó cientos de muertos alegando que el mismo fue causado por un cohete lanzado por la Yihad Islámica.

Este hecho se produjo en un clima de resurgimiento del antisemitismo a nivel global. En las últimas semanas se registraron hostigamientos a comunidades judías en varios países de Europa. Incluso, en Alemania se comenzaron a “marcar” aquellas casas donde viven personas judías.

A su vez, en los últimos días se produjeron grandes manifestaciones alrededor del mundo a favor de Palestina. En ciudades de Medio Oriente, por ejemplo, en Beirut se produjeron destrozos en la embajada de Estados Unidos. En Ankara, capital de Turquía, manifestantes propalestinos lograron ingresar al edificio de la Embajada de Israel para realizar disturbios.

El 27 de octubre la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que promovía un cese al fuego inmediato y sostenido. Esta Resolución contó con 120 votos a favor, 14 en contra, entre los que se encontraban Israel y Estados Unidos, y 45 abstenciones. En cada crisis internacional, la ONU profundiza su crisis de legitimidad al no poder resolver las controversias. Algunos incluso consideran que a esta organización le ha llegado su “momento Sociedad de las Naciones”, en referencia a la Organización que la precedió y que fracasó estrepitosamente al intentar impedir la Segunda Guerra Mundial.

Actualmente, Israel debe hacer frente también a una crisis diplomática sin precedentes. Diversos Estados como Turquía, Honduras, Colombia o Chile llamaron a sus embajadores en Tel Aviv a consultas con motivo de la situación en Gaza. Otros como Bolivia, decidieron romper relaciones.

El 6 de noviembre el portavoz del Ejército israelí, Daniel Hagari afirmó que Gaza se encontraba partida en dos, existiendo ahora «Gaza Norte y Gaza Sur». Como afirmó el Secretario General de la ONU, António Guterres: Oriente Medio se encuentra al borde del abismo, al borde de una crisis que ni los más pesimistas podrían haber vaticinado. La única esperanza en estos momentos radica en el milagro de una solución política que evite el estallido de tan temido conflicto. Sin embargo, para llevar a cabo semejante empresa se necesitan líderes con la voluntad política suficiente para lograr una solución pacífica que resguarde a la población civil, pero es justamente eso lo que falta en estos momentos. Tal y como señaló Schlom Ben Ami, ex premier israelí: “nos sobran propagandistas como Netanyahu, y asesinos como los de la cúpula militar de Hamás”.


En 1993, año en el que se celebraron los Acuerdos de Oslo la solución política a un conflicto que ya llevaba décadas se volvía posible: el Primer Ministro de Israel Isaac Rabin y el líder de la Organización para la liberación de Palestina, Yaser Arafat se daban la mano en la capital noruega para intentar dar fin a décadas de disputas y conflictos. Sin embargo, tiempo después el primer ministro Rabin sería asesinado por un joven ultraortodoxo israelí y Arafat moriría años después en Francia en condiciones aún no claras.

El ataque perpetrado por Hamas hace algunas semanas terminó de enterrar el “espíritu de Oslo”. Una solución política muy posiblemente no se parezca a estos acuerdos pero es importante entender que el uso de la fuerza sólo va a llevar a un agravamiento de esta crisis donde los más perjudicados serán, por supuesto, los civiles. En momentos donde Medio Oriente se encuentra al borde del abismo es imperioso no perder nuestra humanidad. Si ponemos el foco en las soluciones, encontraremos la reserva ética y moral para alcanzar la paz.


Lucia Lago Krümmer (Argentina): estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad de Belgrano.

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