Mondino, Werthein y Quirno. Tres cancilleres pero una sola política exterior: la del presidente. Una diplomacia alineada con Occidente, dependiente de la Casa Blanca y cada vez más alejada del cuerpo diplomático profesional. Por Juan Esteban Maggi y Luka Santiago Cuellar
Mientras Occidente interpreta la debilidad como derrota, Rusia la transforma en táctica. Entre sanciones, aislamiento y guerra, Moscú redefine el concepto de poder.
El caso Netanyahu pone a prueba a la Corte Penal Internacional con su propio límite: juzgar a los poderosos. Entre la justicia universal y la política de los aliados, La Haya se juega su legitimidad y el futuro del derecho penal internacional.
El reciente acuerdo entre Israel y Hamas pone de relieve una realidad incómoda pero necesaria: en ciertos contextos, negociar con actores violentos no es un acto de debilidad, sino una herramienta indispensable para detener la violencia, proteger vidas y construir un orden político duradero. Por Agustín Bazán
Entre ruinas y exclusiones, Siria celebra sus primeras elecciones parlamentarias tras la caída de Bashar al-Assad. Más que un avance democrático pleno, el proceso refleja una transición frágil, con instituciones en construcción y un país aún marcado por la guerra civil.
La cumbre Trump–Putin en Alaska y el posterior encuentro en la Casa Blanca con líderes europeos mostró que la diplomacia ya no se juega en dos niveles, sino en múltiples tableros constantemente.
La Unión Europea pretende tener su propio asiento en la mesa, pero en la reunión entre Donald Trump y Vladimir Putin, apenas consigue una llamada telefónica. Entre débiles promesas de paz y el riesgo de que la cumbre se convierta en show personal, la seguridad de un continente entero pende de la diplomacia improvisada y los gestos calculados de dos líderes que rara vez consultan el reglamento.
La teoría crítica, sostenida de un utopismo optimista y una agenda emancipadora, pretende servir de guía en la búsqueda de órdenes alternativos e incitar a la praxis social con miras a transformar las estructuras del orden mundial para que sean más justas. Por Marko Sal