Mientras los misiles cruzan el cielo de Oriente Próximo y la diplomacia se ahoga entre amenazas nucleares, la comunidad internacional se enfrenta a una realidad fragmentada: la seguridad global pende de múltiples hilos tensados al límite. La escalada entre Irán e Israel ya ha dejado tras de sí ruinas, muertos y advertencias que resuenan desde Teherán hasta Tel Aviv, con un Washington dividido y un Kremlin oportunista. En paralelo, la OTAN se prepara para su cumbre en La Haya, enfrentando viejos dilemas con urgencia renovada: más gasto, más compromiso y menos certezas sobre la cohesión de un bloque que ahora busca correr “a la velocidad del miedo”.